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sábado, 9 de octubre de 2010

Sal Refinada vs Sal Marina

La sal siempre ha sido un elemento esencial e imprescindible en la alimentación del ser humano. Tan importante llegó a ser que, en la antigüedad, incluso se usó como moneda de cambio por lo valiosa que era. De ahí la palabra “salario”.

La sal se ha usado durante miles de años sin causar ningún problema de salud y, sin embargo ahora, todos los médicos la prohíben porque dicen que es perjudicial para la salud y la causa de numerosas enfermedades como por ejemplo la hipertensión.

¿Alimento fundamental para la salud o veneno? ¿Quién tiene razón, la tradición milenaria o la medicina actual?

Ambos están en posesión de la verdad, veamos porque:

LA SAL ES BUENA

La sal, entre minerales y oligoelementos, contiene más de 80 elementos que forman también parte del cuerpo humano. No podemos sobrevivir sin ellos porque son esenciales para la salud y el buen funcionamiento del cuerpo.

Es por eso que, cuando te ingresan en un hospital, te inyectan un “suero salino”, para asegurar que dispones en todo momento de agua y de las sales minerales que tu cuerpo necesita. Y es que la composición de nuestra sangre es muy parecida, en cuanto a la concentración de dichos elementos, a la que tenía el mar hace millones de años, cuando la vida pasó del mar a la tierra.

Estos minerales y oligoelementos, son necesarios para regular nuestro metabolismo, para la correcta absorción de la comida que comemos, para la formación de nuestros huesos, para regular nuestra presión sanguínea, para el buen funcionamiento de nuestro sistema inmunológico y para mantener un adecuado balance de electrolitos en nuestro cuerpo.
¿Cómo no va a ser buena la sal? La sal marina natural es muy buena.

PERO LA INDUSTRIA LA REFINA

¿Entonces donde está el problema? El problema es que lo que nosotros comemos hoy día, no es sal marina natural.

La verdadera sal marina, no es del todo blanca, sino que puede tener coloración gris. Se aglomera formando grumos o pequeñas piedras y su sabor presenta otras tonalidades además del salado.

Por eso, los fabricantes la refinan, para que entre por los ojos, como pasa con otros muchos alimentos que encontramos en el supermercado.

Lo que le da a la sal su sabor salado es el cloruro sódico (el sodio), la industria le quita todo lo demás. Así se obtiene un producto "sal" que queda mucho más salada y blanca.

La sal refinada termina siendo cloruro sódico puro (al que, a veces, se le añaden yodo y flúor).

De estar compuesta por más de 80 elementos distintos en la proporción exacta que necesita el cuerpo y de los que el sodio no era más que un 34%, ahora pasamos a tener un producto que es casi 100% sodio y que no contiene ningún otro mineral u oligoelemento.

Para que no se apelmace y pueda espolvorearse bien desde el salero, le añaden hidróxido de aluminio, que es un antiapelmazante. El problema es que el aluminio es un metal tóxico que parece ser produce cáncer. Además cuando se consume en demasía termina depositándose en el sistema nervioso y en el cerebro por lo que cada vez mas estudios establecen que podría ser el responsable del aumento de casos de Alzheimer.

Por si fuera poco, la sal refinada puede contener conservantes como los E-535, E-536, E-540, E-550, E-551, E-552, E-553b, E-570 y E-572 cuya declaración en las etiquetas no es obligatoria en muchos mercados.

Por tanto:

LA SAL REFINADA ES MALA

Los médicos tienen razón. Esta sal refinada es la que es mala y debe evitarse a toda costa.

El sodio no es malo. Es un mineral vital para el ser humano. Lo que sucede es que su equilibrio con el resto de minerales es fundamental y si se rompe puede dar lugar a numerosas patologías, incluidas las cardiovasculares, las renales, las hepáticas y, por supuesto, la hipertensión.

Por otra parte, el sodio, consumido en demasía es tóxico y sobrecarga al organismo por lo que éste, intenta eliminarlo lo antes posible. Según los estudios, nuestro cuerpo sólo tiene capacidad para eliminar entre 5 y 7 gramos de cloruro sódico al día, así que si consumimos más de eso, tendremos problemas, y la realidad es que el consumo actual medio está por encima de eso.

No solo debemos tener en cuenta la sal con la que salamos nuestros platos, sino la sal oculta que se utiliza como conservante en la gran mayoría de productos procesados, como enlatados, congelados, salazones, charcutería, productos industriales, etc.

El resultado es que consumimos muchísimo mas sodio del que necesitamos y del que podemos procesar y mucha menos cantidad del resto de minerales necesarios.

Nuestro organismo intenta gestionar la sobrecarga de sodio de la mejor manera que conoce, diluyendo su concentración, y para eso necesita agua. Esa agua la va a sacar del interior de nuestras células, deshidratándolas, lo que hace que muchas de esas células mueran, lo que produce un envejecimiento celular prematuro. Además se produce la formación de edemas y tejido acuoso con exceso de ácido (celulitis).

Cuando el consumo es excesivo llega un momento en el que el cuerpo ya no puede utilizar más agua celular para diluir el sodio, por lo que busca otro mecanismo para eliminarlo: la cristalización. Este sodio sobrante es combinado con otros compuestos producidos por el cuerpo y depositado cristalizado en huesos y articulaciones (dando lugar a artrosis, artritis y otras enfermedades reumáticas) y en otras partes (dando lugar a piedras renales y de vesícula).

Por tanto vemos como, efectivamente, la sal refinada es, efectivamente, mala, muy mala. Los médicos tienen razón.

SOLUCION

Todos los problemas asociados al consumo de sal que hemos explicado hasta ahora se refieren a la sal de mesa refinada que es la que consumimos habitualmente y con la que se fabrican todos los alimentos industriales. La sal marina natural no sólo no es mala sino que es absolutamente imprescindible para la vida ya que contiene los minerales y oligoelementos que necesitamos y en una concentración adecuada.

Por tanto dos consejos:

1) Eliminar el consumo de sal refinada y limitar el consumo de los alimentos que la contengan en grandes cantidades (alimentos salados, industriales, enlatados, etc)
2) Usar en su lugar sal marina natural sin refinar tanto para cocinar como para salar nuestros platos.

Aquellos que sufren de hipertensión y que no pueden tomar sal, pueden comenzar a salar sus platos con esta sal marina natural sin refinar y observar como su tensión no sube. Por supuesto, recomiendo que, los que tenéis algún tipo de enfermedad, consultéis siempre a vuestro médico.

Para conseguir sal marina natural sin refinar, hay varias opciones.

Preguntar en el herbolario más cercano.
Buscarla en un establecimiento o supermercado ecológico, por ejemplo enterBIO

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